Desde Bélgica llega una banda peculiar cuya pasión por la música desborda cualquier clasificación de género. La devoción por el jazz que compartían como estudiantes en el conservatorio era sólo la punta del iceberg de un proyecto en el que cuatro músicos todoterrenos se acercan a todos los géneros posibles para ofrecer, con una pizca de jazz, funk o synth-hop, una propuesta contagiosamente bailable. 

Su primer álbum, Olympics of Love (2020), tomaba como referencia a bandas y artistas de la talla de Fleetwood Mac, Prince, Ambitious Lovers o Connan Mockasin. Con su pop alegre, divertido y melancólico a la vez, Bombataz ponía el foco en la pura alegría de tocar. 
 

Tres años más tarde publicaban Baby Dry My Tears (2023, Cloudshaper), con el que se adentraban, con entusiasmo, en el indie rock ecléctico. Canalizaban el espíritu de bandas consagradas como Animal Collective y de  MGMT para crear piezas cautivadoras. Un trabajo inconformista y que huía de la demagogia. Canciones pegadizas que se alejaban de estructuras estereotipadas. Porque si puede ser diferente, Bombataz lo hará de forma diferente; pero no para ser intencionadamente difíciles ni para enfatizar pretenciosamente su pasado jazzístico, sino simplemente porque lo consideran su deber musical.